Después del texo “Las paredes” de la escritora
Griselda Gambaro, y de ese sentimiento de opresión y angustia en un ambiente
con tintes fantásticos y enloquecedores, “La casa de los conejos”, de una
escritora igualmente argentina, nos demuestra la parte abrumadoramente real de
una historia de opresión por parte del gobierno. Narrada desde la voz de una
pequeña niña, esta historia con tintes autobiográficos de la autora nos muestra
la tensa situación de los Montoneros, guerrilla comunista a la que pertenecen
los padres de la pequeña niña, mientras se encuentran escondidos por ser
perseguidos por el gobierno, ocultando sus identidades y su paradero para
protegerse y proteger, por supuesto, a su pequeña hija.
Además
del impacto que ocasiona la opresión del gobierno hacia este grupo comunista,
el que la historia sea contada desde la voz de una pequeña niña es todavía más
desgarrador, pues nos muestra el proceso violento de maduración que tiene que
vivir para adaptarse al ambiente clandestino en el que le ha tocado nacer. Ni
si quiera ella misma tiene la libertad de utilizar su nombre real para acudir a
la escuela, pues podría ser reconocida y revelar la identidad de sus padres,
perseguidos por el gobierno. Las pláticas de los adultos hacen que la niña
entienda el contexto en el que se encuentra y comience a familiarizarse con la
situación, con las características y la jerga utilizada por esta organización.
Existe
una fuerte crítica por parte de la escritora al papel que llevó a cabo la
entonces presidenta Isabel: “La lamentable actuación de Isabel acababa de
concluir, al fin, en esa noche del 23 al 24 de marzo de 1976, cuando el
helicóptero que debía conducir a la Residencia Presidencial de Olivos la había
depositado en cambio en la prisión.” (pág. 74) En la novela se menciona cómo la
presidenta no intentó oponer resistencia y que los militares no tuvieron que
gastar si quiera una sola bala para apresarla. En contraparte, se puede notar
la resistencia heroica del grupo Montoneros, pues aún en clandestinidad, se
mantuvieron con vida, realizando la revista “Evita Montonera” y publicándola para
informar a todos lo que estaba sucediendo. Parte de esta increíble resistencia
también puede interpretarse en ciertos
elementos de la historia: “Seguro que mucho más difícil es matar un gato. Si
ahora estuviéramos tratando de matar un gato, ya nos habría saltado a la cara
con todas las uñas fuera.” (pág. 60) Pueden realizarse ciertas comparaciones,
como la resistencia de un gato ante un ataque, igual que la resistencia de este
grupo ante las agresiones del gobierno. Así mismo, los conejos, como elemento
de la historia, pueden compararse también a la condición en la que se
encontraban Laura y su familia, siendo presas de un sistema autoritario,
escondiéndose hasta el último momento y al final cayendo en las garras de un
depredador que siempre estuvo a su acecho.
La
historia puede ser tomada como documental, pues aunque la historia como tal es
ficticia, los elementos y el ambiente que se vivió en aquel entonces en
Argentina es completamente real. La escritora toma muy bien el lenguaje y la
forma de pensar de una niña pequeña, pues envuelve al lector en ese mundo y lo
hace reflexionar, poniéndose en los zapatos de cualquier niño que haya vivido
esa tragedia.
Inocencia - Foto: Daniel Anaya |
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