Esta novela corta publicada en 1981 es una
copia fiel del terrible escenario que se vive todavía en México en gran parte
de su territorio y, sobre todo, en un ambiente tan turbio como lo es la
política. Esta excelente novela es narrada desde la voz de un adolescente que
es obligado a sustituir a su padre después de su muerte, en un ambiente
machista, en donde la esposa es la encargada de solapar todas las groserías y
maltratos psicológicos del padre y en donde este es la figura de autoridad y quien tiene la
última palabra en todo. Por si fuera poco, el difunto Luis Alfonso Fernández
pertenecía a la política y tenía un papel muy destacado por ser el macho “manda
más” de su grupo. El tener influencias poderosas, en la política y en muchos
otros ámbitos de nuestro país, tristemente, es esencial para destacar, por lo
que ahora Luis Alfonso, su hijo, tiene que involucrarse en este ambiente,
soportar a sus amigos y comportarse de la misma manera machista y egoísta que
lo hacía su padre.
Un
elemento que le da gran dinamismo y tensión a esta obra literaria es el juego
con la sexualidad de Luis Alfonso, pues el lenguaje que utiliza destaca mucho
de entre los demás personajes que aparecen en la obra y que usan un lenguaje
más vulgar y cotidiano. Así mismo, se puede notar un toque femenino en las
descripciones físicas que hace Luis Alfonso de su padre, un gusto hacia él, un
enamoramiento obsesivo. Este rasgo en su sexualidad puede observarse desde el
inicio de la novela: “Ahora comprendo que obedecía a un instinto oscuro,
turbio, femenino, para provocar tus celos. Y lo lograba” (pág. 3) Este hecho
hace que el lector, y más aún un lector mexicano que conoce el ambiente y la
forma de pensar tan característica del norte del país, se impacte ante el
panorama tan complicado y confuso que tiene por delante el personaje principal
al luchar contra sus sentimientos de amor hacia su padre y los secretos que va
descubriendo poco a poco conforme la historia transcurre. Algunos de estos
secretos le hacen ver a Luis Alfonso que su padre era una persona a la que no
le importaba tampoco él, aunque así lo manifestase algunas veces. Los amigos de
su padre le otorgan al personaje principal el lugar que este tenía por
recordarlo y honrar su amistad, pero Luis Alfonso pronto descubre que es un
mundo lleno de mentiras, conveniencias, traiciones e hipocresía.
Conforme
transcurre la historia, Luis Alfonso va acercándose más a su objetivo de
conocer a fondo a su padre, hasta llegar a acostarse con su propia ex-amante
únicamente para saber los secretos más profundos y personales de su vida. Hablando
una vez más sobre la sexualidad del personaje principal, recordemos también que
este tiene dos novias al mismo tiempo para que su padre estuviera orgulloso de
su “masculinidad” y que fue capaz de terminar la relación con ellas mencionando
abiertamente que, por supuesto, no le importaban: “Las dos novias que tenía yo
entonces (únicamente para darte gusto y para que pudieras decir a tus amigos:
"¿lo ven tan escuincle? pues es un tipazo, tiene una suerte bárbara con
las chamacas...") se desvivían por consolarme. Yo las traté con tanta
indiferencia que ni siquiera pudieron darse cuenta de mi engaño. A los pocos
días terminé con ellas. ¿Qué objeto tenían ya?” (pág. 7)
“Aquella vez que el maestro nos llevó de
excursión y que pasamos la noche en el campo, yo me acosté al lado de Manuel, y
cuando se quedó dormido le besé levemente la boca.” (pág. 17) Esta frase es tal
vez el elemento más específico que el lector cuenta para poder inferir que el
personaje principal no es heterosexual y que esta cualidad es a su vez uno de
los elementos más importantes de la novela en su totalidad, pues influye en la
actitud, forma de pensar, de comportarse y de hablar del personaje principal. Juega
un papel importantísimo en su percepción del ambiente en el que está viviendo,
de la figura de autoridad que era su padre, de su relación turbia que lleva con
su madre y hermanas y de la frustración que significa tener que sustituir a
“toda esa figura” que era su padre
Al final de la obra, Luis Alfonso
cumple completamente con el ciclo de sustitución de su padre y logra además
superar la confusión de amor y odio que le tenía, reconociendo que son dos
personas completamente distintas y que él no tiene por qué seguir siendo la
figura de su padre. Desde ese momento, después de haber sufrido y atravesado
todo aquel terrible proceso, decide que su padre está muerto y que ya no existe
más, y tampoco va a complacer a nadie para que su esencia siga presente. Desde
ese momento se independiza y comienza realmente a tener su propia identidad, su
propio sentido de vida.
La muerte - Foto: Daniel Anaya |