2013/02/08

Comentario sobre el ensayo: “Escribir es dejar de ser escritor” de: Enrique Vila – Matas.



Hace poco tiempo tuve la oportunidad de conversar a través de adornados correos electrónicos con la editora de la revista literaria (mexicana) Bicaa’lu. Uno de sus comentarios – que yo ya suponía que vendría – fue que sus padres pensaban que era mala idea estudiar literatura y, aún más, convertirse en escritora. Por alguna razón preocupante, en el mundo muchas personas tienen una mentalidad materialista que les prohíbe aceptar pensamientos que no conlleven conseguir dinero, prestigio, y producir en masa; pero , ¿qué sería de nosotros si esos escritores necios hubieran hecho caso de las palabras de sus padres y, en lugar de ser escritores,  se hubieran resignado a cumplir los sueños de otros? Seguramente el mundo sería aún más terrible. Una de las demostraciones de poder que más impactan en la vida de cualquier joven es precisamente la mentalidad de los padres. Aún así, el arte de escribir vale la pena llevar la contraria a nuestros propios creadores, de ser preciso.
El escritor Vila-Matas hace un elogio al arte de escribir contraponiendo los diferentes puntos positivos y negativos que conlleva esta labor, mencionando su dificultad y la necesidad de transgredir el mero hábito de sentarse al ordenador para teclear, y así convertirlo en una introspección, en una “traducción de uno mismo”, navegando en un universo sin fin para descubrir verdades y secretos de la vida y, por supuesto, de uno mismo. Menciona también que una persona que desea ser escritora necesita tener la máxima ambición para poder llegar a esa elevación que es el arte de escribir.
Grandes escritores como Carlos Fuentes han mencionado que al escribir dejan una porción de su alma, de sí mismos, en cada obra, que es como aceptar una identidad de la que nunca van a poder separarse y por la que van a sacrificar placeres de la “vida verdadera”, como dice Vila-Matas, pero que es “lo mejor que podemos hacer en esta vida”.  
Concuerdo con el escritor en que escribir dejaría poco margen para estallidos bélicos, y me quedo con la siguiente frase como un mandamiento para la humanidad, como uno de los poemas más bellos de una sola oración: “Nada menos agresivo que un hombre que baja la vista para leer un libro que tiene en sus manos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario