2013/02/08

Comentario del ensayo: "Elogio a la lectura" de Alberto Manguel



Nuestro papel como lectores es peligroso, sobre todo en un mundo globalizado en el que las grandes empresas tienen a la mayor parte de la población en una burbuja de colores y efectos especiales. La gente lee lo que quiere, pero cuando las grandes editoriales buscan publicar lo que más va a vender en lugar de lo que alberga un contenido más profundo y que requiere de reflexión, entonces estamos en problemas. “Étonnez-moi! (¡sorpréndame!) – es el deseo de un empresario, no el de un auténtico lector” (Manguel). Es verdad que los lectores, mientras más obras conocen y analizan, se vuelven más agudos en sus críticas hacia lo que leen; pero depende también de cuál sea su motivación para leer, pues si buscan la reflexión y el escape de la monotonía para aceptar propuestas nuevas y pensamientos variados de escritores diversos, será muy diferente a que lo hagan por la necesidad de aprobar un curso o querer juzgar a una novela igual que lo hacen hacia una película.
Leer es una actividad personal que, como me lo han dicho varios profesores anteriormente, mientras más lento, mejor. Esta actividad nos une como seres humanos y nos invita a reflexionar sobre muchas culturas y pensamientos alrededor del mundo, nos abre el panorama y nos brinda tolerancia para aceptar ideologías diferentes. Leer es una actividad solitaria, es una forma de comunicación íntima entre el lector y el escritor, pero esto nos hace compartir ideas con nuestros cercanos e interactuar de una forma más consciente, más reflexiva hacia el mundo en el que estamos viviendo. La importancia de leer puede hacer la diferencia entre una catástrofe y la paz mundial. Así como lo mencionó Vila-Matas en “Escribir es dejar de ser escritor”, no puede haber nada menos agresivo que un hombre que baja la vista para leer, para abrir su mente y su percepción al mundo, a otro ser humano igual que él que está compartiendo sus sentimientos más íntimos con el mundo entero.
La nuevas tecnologías tal vez nos alejen del recogimiento que ofrece la lectura, pues se tiende a pensar que cada vez necesitamos impulsos más agresivos para reaccionar de la misma manera a un sentimiento propuesto; las películas con efectos de sonido, cines que nos hacen “sentir” los fenómenos de la acción, tecnología que nos hace escuchar el sonido de un alfiler cuando cae, etc.; pero los libros han sobrevivido a lo largo del tiempo y ninguna tecnología ha podido crear hasta el momento los fuertes sentimientos que puede provocar la imaginación de cada persona a la hora de sentarse en silencio a leer. La propia mente puede crear los escenarios más escalofriantes o los sentimientos más hermosos, todo a través de las palabras y de una persona que se preste para abrir ese portal, siendo lo suficientemente valiente para alejarse un poco de la caja de luz y así abrir el universo infinito de su mente.

Foto: Daniel Anaya







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